Mario Evolution

Cuando hice la primera comunión y aún tenía cara de pan mis abuelos me regalaron la super nintendo. Yo quería la Master System II, que era la que tenían mis vecinos. Pero mis abuelos se dejaron asesorar y apostaron por la consola de Nintendo, que resultó ser mucho mejor que la de Sega.

Mi juegos favoritos eran los de lucha (viva el Street Fighter II y viva Chun-Li) y los de plataformas. Ays, aquel Super Mario 3 con su colita de mapache y todo. Eran sencillos a la par que entretenidos; que te salia una seta de esas malignas, pues saltabas encima y te la cargabas, que te salía un champiñon, pues te hacías más grande, que había un acantilado, pues lo saltabas. Si el acantalido era muy ancho pues conseguías una pluma (Nno voy a entrar en la teoría más que probada de que Mario es gay), te salía cola y lo saltabas.

Las pantallas cada vez eran más difíciles, pero siempre era pa'lante. No tenías que malgastar esfuerzos en pensar que camino seguir, solo tenías que concentrarte en saltar acantilados, matar bichos y conseguir plumas.

Con el tiempo la pobre Super Nintendo se quedó obsoleta y llegó la nintendo 64, que para aquel tiempo en el que lanzaron la PlayStation se quedaba un poco atrás. Así que opté por la consola de Sony y abandoné a Nintendo. De lo cual nunca me arrepentí porque en la Play estaban también los juegos de Street Fighter y además la saga Tekken.

Además, Mario cambió. Se pasó a las plataformas en tres dimensiones... ya sé que todo tiene que evolucionar pero mira, a mí siempre me ponía muy nervioso eso de tener un campo enorme para encontrar lo que sea que hubiera que encontrar y no saber ni dónde ir, ni si me he metido por esa puerta ya, ni si he buscado la llave detras de ese árbol que es exactamente igual que el otro de más allá. Por eso dejé de jugar con Mario y me pasé a Crush.

Ahora que mi vida ha dejado de ser un videojuego de plataformas en 2D en los que seguía un camino marcado más a menos difícil pero siempre recto me arrepiento de no haber practicado con las 3D en las que (casi) todas las direcciones son posibles y las decisiones que tome a partir de ahora son sólo responsabilidad mía.