¿Dulce Navidad?

Esta tarde he ido de compras navideñas... y he vuelto invadido por el espíritu anti navideño del Grinch. Qué agobio. Todo el mundo como loco comprando. La gente agresiva, nerviosa, los dependientes ni te saludan al entrar a las tiendas; un asco.

El sentido de la Navidad de ha desvirtuado mucho. La gente hace regalos, se reúne con los amigos y cena con la familia porque es lo que se supone que tiene que hacer en estas fechas y no porque realmente le apetezca, así normal que todo el mundo esté de mal humor y se deprima. A mí en el fondo siempre me ha gustado la Navidad, los regalitos, estar con los amigos y la familia, la decoración horterilla, poner el belén y el árbol, los festivales de villancicos del cole... Sin embargo, de un tiempo a esta parte lo que me molesta es estar obligado a tener un determinado sentimiento. No me gusta esa presión. Se supone que en Navidad has de estar contento y feliz e ilusionado. Eso de pequeño, porque te regalaban cosas sin tener la presión de devolver los regalos, porque claro, de eso se encargaban los Reyes Magos.

Hablando de los Reyes Magos, cuando me enteré de que los Reyes eran los padres me puse a llorar desconsoladamente. Y eso que era bastante mayor cuando acepté ver la verdad. Porque, para ser sinceros, yo no quería enterarme de eso. Lo recuerdo como uno de los momentos más tristes de mi infancia, una especie de muerte de la fantasía y del mundo invisible.

Sin embargo, como siempre me ha gustado creer en la magia, hace un tiempo decidí que no iba a dejar de hacerlo y ahora sigo viendo magia y fantasía en muchos aspectos de la vida.

Ahora, por ejemplo, la magia la pones tú...