Hoy me apetece desvariar acerca de las ventajas y desventajas que conlleva ser gay (casi todas aplicables a nuestras amigas lesbianas, sin embargo, no puedo evitar que los ejemplos me salgan con chicos). Pero no me refiero a inconvenientes del tipo social como la discriminación, las enfermedades o la aceptación social o ventajas del tipo, se folla más o tu madre no te da la brasa con el tema de la boda. Me refiero a cosas más prácticas, más del día a día.
Por ejemplo, un pequeño inconveniente podría ser estar con alguien que se llama como tú (no os riáis tan fuerte que no me concentro): Según muchos, hay una regla no escrita según la cual un gay no debe fijarse en alguien de su mismo nombre… (en el sentido estricto yo nunca he incumplido esa norma). Sin embargo, esto, que un principio puede sonar un poco absurdo, sirve para evitar futuros inconvenientes. Porque que tu chico se llame como tú es un poco… raro, cuanto menos.
Y es que, claro, cuando alguien te llama os giráis los dos (que sí, joer, que hablo desde la experiencia, para qué negarlo), y si vivís juntos y os llaman al teléfono tienen que decir el apellido y entonces la llamada queda como muy formal. Y ya ni te cuento si se tienen hijos, porque ya es bastante incómodo que el niño diga ‘papá’y se giren dos cabezas (¿nunca lo habéis pensado?), como para que encima el pobre crío no pueda utilizar el nombre de pila de los progenitores para especificar a cual de los dos papás se refiere. Un niño con padres de distinto nombre puede llamarlos diciendo: Papá Carlos y Papá Víctor, por ejemplo, pero si se llaman igual ¿qué dice para diferenciarlos? ¿Papá Pérez y papá Rodríguez? Y ya de paso que los llame ‘padre’ como antiguamente… aunque pensándolo bien, antes los niños respetaban más a los padres… sería por eso.
Luego también puede ser un poco raro en la cama. La gente a veces pronuncia (gime, susurra o chilla, allá cada cual con sus preferencias) el nombre de la persona con la que está retozando; eso puede llegar a excitar, pero si estás diciendo tu propio nombre es un poco… como si te haces una paja y te dices tu nombre a ti mismo. Incomoda. Pero uno siempre se puede inventar apelativos cariñosos o picantes para arreglar este supuesto. Podría dar ejemplos pero os conozco, así que paso.
Y eso si es un chico con el que tienes una relación más o menos superficial. Sin embargo, cuando estás con alguien que de verdad te gusta y por el que sientes cosas muy fuertes se añade otro problema; y es que tu nombre, deja de ser tu nombre para convertirse en su nombre. No sé si me explico. A casi todos nos pasa que cuando oímos nuestro nombre pensamos en nosotros mismos, pero cuando ese alguien especial se llama como tú… ya no piensas en ti, sino en él. Lo cual, pensándolo bien, es bonito y compensa los otros inconvenientes.
Por otra parte, ser gay también puede acarrear riesgos para la integridad física; sobre todo por la barba ajena: A muchos seguro que os pone la barbita de tres días, o una perilla mona (me consta que a más de uno de mis lectores le pone mucho, pero no voy a dar nombres que si no mañana más de uno se está dejando perilla), o directamente la barba. Mola, pero estaréis conmigo en que cuando llevas un buen rato morreándote (sí, admito que no es una palabra que suene muy bien, pero es el término que mejor refleja la acción a la que me refiero) con alguien con vello facial acabas con la cara, la nariz y la barbilla como si te hubieras restregado un papel de lija a modo de exfoliante facial. Luego la gente se pregunta cómo es que a los gays les gustan tanto las cremas hidratantes. No es porque seamos fashion (¿victims?) y estupendos de la muerte, ¡es por necesidad!
Por supuesto, ser gay también tiene sus ventajas como, por ejemplo, el intercambio de ropa: De adolescente me encantaban las escenas de las pelis tontas americanas en las que las hermanas se dejaban la ropa, por eso me he quejado siempre de que nunca he podido intercambiarme ropa con mi hermano. Entre otras cosas porque lo único que le podría pedir son chándals. Y es que normalmente el gusto en ropa de un hermano hetero, no es lo mismo que el de un hermano gay (y que un gay tenga un hermano gay ya es mucha casualidad, aunque hay casos, claro). Seguro que muchos gays también les ha pasado esto.
Puede que sea para quitarse esa espinita de la adolescencia por lo que los gays damos tanta importancia al estilo de vestir de nuestra pareja… ¡porque vemos una oportunidad para duplicar nuestro fondo de armario! Claro, que para eso habría que fijarse también en chicos con nuestra misma talla… ‘pues sí hombre, diréis muchos, no está la cosa lo suficientemente difícil con los tíos como para encima ponerse a exigir medidas, ni que esto fuera la pasarela Cibeles’ y tenéis razón. Pero si uno encuentra un chico con su misma talla tiene mucha más ropa donde elegir. No obstante, los que tienen esta suerte se vuelven más exigentes con la dieta de su pareja, porque como el novio engorde o adelgace la ropa nueva que se compre ya no le va a venir bien… entonces o le controla la comida o engorda y adelgaza a su ritmo.
Estoy desvariando. El caso es que aunque tu novio no tenga la misma talla que tú, o su ropa no sea exactamente tu estilo, siempre podréis intercambiar complementos tales como bufandas, calcetines o corbatas.
[Aclaración: No confundir el intercambio de ropa con vestir a conjunto. ¿Hay algo peor y más hortera que una pareja que viste a conjunto? Uhm… sí, que uno de los miembros de la pareja le elija la ropa al otro (una cosa es aconsejar y otra utilizar a tu novio a modo de Barbie).]
En el terreno del sexo también encontramos una de las grandes ventajas: Aquí probablemente me esté adentrando en uno de los lugares comunes más recurrentes de la lista de tópicos, pero dentro de cada tópico existe una base real. Las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo tienen la ventaja de que, como ambas partes conocen perfectamente su propia anatomía, saben aplicar sus conocimientos para proporcionar mayor placer al otro. Dicho de otra manera: una adolescencia de pajas da mucha práctica, y aunque, como dijo el poeta ‘cada polla es un mundo’, el mecanismo es el mismo para todas. Además, lo que te gusta que te haga, probablemente al otro también le gustará.
Y ahora que no se me eche nadie encima porque seguro que hay mucho torpe por el mundo y/o tías con verdadera pericia a la hora de dar placer a un hombre, pero yo desvarío y exagero como quiero… ays, esta frase se parece sospechosamente a esa que yo tanto critico y que usan algunos blogueros con falta de argumentos inteligentes a la hora de defenderse ante las críticas (a saber: es mi blog y escribo lo que quiero), así que la retiro, jejeje.
Podría pensar en más ventajas e inconvenientes (prácticos) de ser gay, pero de momento tenéis bastante. Si se os ocurren más ideas no dudéis en hacérmelas llegar y puede (si estoy de humor) que haga una segunda parte.
¡Besos!
[Take me home, Sophie Ellis Bextor]
Etiquetas: gay, inconvenientes, ventajas