Reposición: Este post es muy largo, pero fue uno de los que más éxito tuvo del blog anterior. A diferencia del otro post, los aconteciemientos que tuvieron lugar son reales y probables.
Sobre la avaricia y el comportamiento infantil
Uno se levanta temprano para ir al gimnasio (temprano para ser una mañana de julio, pero no diré la hora por respeto a los trabajadores) venciendo toda la pereza que provoca el calor y cuando llega resulta que en el gimnasio han decidido que el 31 de julio tenga el horario que se supone tendrá el mes de agosto (cerrado por la mañanas). Pues nada, me he vuelto a casa lleno de ira, de calor y de mal Karma. Así que voy a hablar de la avaricia a ver si hago un hat trick.
El viernes pasado en un arranque de generosidad (enemiga mortal de la avaricia) decidí dar a mis tías una tarde de libertad condicional y llevarme a mis primas al cine: Irene de 8, su hermana María de 4 y nuestra prima Teresa de 3. Pero como uno es generoso pero no tonto, aparte de negociar el horario y que me pagaran la entrada y las palomitas decidí llevarme refuerzos. Los únicos a los que conseguí reclutar fueron mi hermano, 19, y su novia 18, aunque para el caso, como si no hubieran venido.
Antes de entrar mi tía me da una bolsa rosa de las supernenas y me explica qué bocadillo corresponde a cada una, la botella de agua, y que hay un batido de chocolate para cada una, pero que no se lo dé hasta que no se acaben el bocadillo. Entendido.
Mi tía se empieza a ir y cuando está a cuatro metros me grita “¡¡¡y pregúntales si quieren ir al aseo!!!” 0_0 ¿aseo?... ese detalle no lo había previsto… decidí que el problema se resolvería si se diera el caso, y lo aparté de mi mente, con la esperanza de no tener que enfrentarme a él. Yo que soy un primo enrollao decido mandar a mi hermano a comprarles chuches (para algo se vino de apoyo, jeje) y entramos a la sala, las siento, les planto los bocadillos y las botellas de agua y empieza la película. Primeros 30 minutos de Cars sin incidentes. La de 4 se termina el bocadillo, la de 3 apenas lo ha empezado, y la de 8 lleva la mitad.
Minuto 40 aprox. la de 4 pide su batido, la de 3 que lo oye también lo quiere… pero aún no se ha terminado el bocadillo. Dilema. Intento negociar. “Un poquito más”. Da un bocado. Da otro. La de 4 se termina el cholec: “quiero otro”. Dilema, si le doy otro batido y la mayor me exige el suyo y le digo que no hay me monta el pollo. “María, es uno para cada una”. Se conforma, un amor de niña. Teresa: “quiero el cholec”, aún no se ha terminado el bocadillo: “otro poquito más”, “no”, “vale, toma el cholec”, pasando de discutir. Me acabo el bocadillo de la niña en dos bocaos.
Pasan 30 segundos.
Teresa: quiero el chupete (una golosina en forma de chupete que habíamos comprado y de la que había tres unidades).
Yo: termínate el cholec primero.
Teresa: Me duele la barriga.
Yo: pues si te duele la barriga no te puedes comer el chupete.
La niña piensa… encuentra lógica en mi argumento… piensa en un contra argumento…
Teresa: no quiero más.
Yo: vale dame el cholec. (Pasando de discutir.) María, toma el cholec de Teresa (yo muy salomónico)
Terera: ¡No, que es mío!
Yo: Pero si tú no lo quieres
Rápidamente le saco el chupete mientras le doy a la prima su batido para que no le de tiempo a protestar.
Pasa un minuto.
María se levanta, debe de estar incómoda en el asiento infantil ese de plástico durísimo. Se acerca y me pide que la coja. Me la siento en una pierna. La pequeña que la ve también quiere sentarse encima de mí. Me la siento encima también. Mejor momento de la peli, las dos encima de mí tranquilitas apoyadas en mi pecho. Me dan ganas de ser papá. Pero en eso que ven a la mayor comiendo 3D… “quiero patatas”, “yo también.”
Yo: Irene damos patatas.
Irene: No que son mías.
Yo: por favor.
Irene: Vale.
Nos da un puñado. 0.4 segundos más tarde ya no hay patatas.
Teresa: Quiero más.
Yo: no hables alto. Irene danos patatas.
Irene: Jooo, que quedan pocas.
Yo: Irene que nos des patatas.
Irene: ¡Que no!
Yo: ¡¡¡Irene, las he comprado yo!!! (Mi nivel de madurez en ese momento: 8 años)
La señora de delante: Shiiiii
Nos da patatas. Pasan diez minutos. Se me empiezan a dormir las piernas. Las niñas se ve que se aburren y empiezan a preguntar.¿Qué comen los coches? Gasolina. ¿Y que más? Eh… y aceite. ¿Y que más? Shiii, en el cine no se puede hablar (vale, no sé que más comen los coches, pero las niñas no pueden saber que su primo es un ignorante).
Al rato interviene la mayor.
¿Tienes novia?
Eh… no
¿Por qué?
Porque… Irene calla que molestas a los de delante.
Hablando de novias, mi hermano y la novia no se perdían detalle de la película, y yo aún no sabía ni como se llamaba el protagonista. Las niñas se cansan de mí, o de comer patatas, y se vuelven a su sitio. La película está en uno de los momentos importantes. María se levanta, viene hacia mí con cara de circunstancia.
María: Me hago caca.
0_0
Teresa: y yo pis.
0_0
Irene: Yo también voy.…
Me dieron ganas de decir: ¿¿¿ahora??? ¿y no os podéis aguantar que queda poco? Pero recordé que son pequeñas, así que cogí a una de la mano y a otra en brazos y bajé las escaleras decidido, mientras la mayor nos seguía rezagada porque iba perdiendo la sandalia a cada escalón.
Estoy en la puerta del aseo. Descarto inmediatamente la posibilidad de entrar en el de hombres, huelga dar razones. Por lo tanto, sólo queda una opción: señoras. ¿Habría alguien dentro? ¿Se molestaría? Pensé en entrar diciendo “¿Hola? Soy un chico, voy a entrar con mis primar pequeñas, pero como soy gay no pasa nada”. Pasando de dar la nota (sí, más aún). Entramos. No había nadie. Me meto con las dos pequeñas a uno de los servicios mientras la mayor va sola al otro. Sujeto a María mientras hacía sus cosas, porque tenía órdenes estrictas de que no rozaran la taza. Menos mal que es peso pluma. La pequeña empieza a trastear con el papel higiénico. Oigo la puerta de aseo abrirse. Entra alguien. Digo, “Teresa, deja el papel” Vuelvo a oír la puerta. Ese alguien huye espantado. María termina. Turno de Teresa. Teresa acaba. Nos lavamos todos las manos y volvemos al cine.
Consigo sentarlas después de discutir cual era el sitio se cada una. La película estaba acabando. Me preguntan: ¿qué pasa?Pienso: "Y yo que coño sé si no me he enterado de nada, pregúntale a tu otro primo y a la novia que ellos la han estado viendo muy atentos". Pero como yo he visto un par de episodios de la Supernanny sé que eso no se les puede decir a los niños. Y me limito a decir: pues que están haciendo una carrera (nivel intelectual de mi respuesta: primero de primaria). La película acaba por fin. Y las saco corriendo del cine deseando devolvérselas a sus madres y replanteándome la paternidad.
Reflexión: los niños pequeños son una monería, da gusto verlos jugar en el parque y escuchar sus vocecillas, siempre que uno se asegure de estar lo suficientemente lejos de ellos para no enterarse de lo que están diciendo en realidad. Porque la mayoría son avariciosos. No les gusta dejar sus juguetes pero exigen que los demás les presten los suyos.
-¿Me dejas la pelota?
-No.
-Un ratito.
-Que no.
-Mamáaaaaa, no me deja la pelota.
-Es míaaaaaaa.
Cuando crecen todo sigue igual sólo que los motivos de discusión son otros y las palabras no quieren decir lo que en verdad dicen. Por ejemplo:
-¿Te sentaría mal que saliera con tu ex? (Traducción: voy a hacerlo te guste o no, pero te lo pregunto para que no te pille de sorpresa)
-Pues sí. (si sales con él te pongo dos velas negras)
-Pero si tú estás con otro/a. (¿cómo eres tan egoísta?)
-Ya pero… (no insistas)
-¿Es que todavía te gusta? (¿Es que te lo/la estás tirando aún?)
-No pero… es que es un cabrón/a y no quiero que te haga daño. (A ver si te enteras bonito/a, es Mi ex y no quiero que sea el ex de nadie más, porque aunque sea un cabrón/a y me lo haya hecho pasar fatal es Mi cabró/a, y no quiero que te haga lo que me hacía a mí cuando estábamos bien).
Y así es como se pierden algunas amistades por culpa de la avaricia.
Conclusiones:
1. Pensadlo mucho antes de ir con tres niñas pequeñas al cine, y más cuando entre ellas hay la suficiente confianza como para iniciar una guerra de palomitas y bocadillos.
2. Compartir el cholec y las chuches es bonito.
3. Compartir al ex novio ya no lo es tanto. Pero pensad que compartir al novio sería mucho peor.
¡¡¡Que pequéis mucho!!!
Etiquetas: avaricia, comportamiento infantil, pecados capitales, primas, reposición